sábado, 10 de noviembre de 2012

Gran Torino (Clint Eastwood, 2009).- Fragmentos del guion




“ ¿Quieres saber que se siente al matar un hombre? Pues algo horrible, maldita sea. Lo único peor es que te den una medalla de valor para matar a un pobre crío que lo único que quería era rendirse. Sí, un amarillo joven y asustado como tú. Le disparé en toda la cara con esa arma que tenías en las manos hace un segundo. No hay un solo día que no lo recuerde y no querrás vivir con eso. Yo ya me he manchado las manos de sangre, las tengo sucias, por eso voy a ir solo esta noche.”


"Y quiero dejar mi casa a la Iglesia porque a Dorothy le hubiera gustado".
- Y llegamos al último punto. Y una vez más, disculpen el lenguaje del testamento del señor Kowalski, simplemente leo lo que él ha dejado escrito:
"Y me gustaría dejar mi Gran Torino de 1972 a alguien muy especial, Tao, siempre que no le arranques el techo como uno de esos chicanos, ni le pintes ridículas llamas como un blanco paleto, ni le pongas un enorme alerón de marica atrás como hacen todos los rollitos de primavera, es horrible. Si puedes evitar hacer todo eso, es tuyo".





“- Es Tao.
- ¿Qué?
- No es Atontao, es Tao. Me llamo Tao.
- Si, bueno. La has cagado con esa chica que estaba ahí. No es que me importe una mierda un atontao como tú.
- No sabe lo que está diciendo.
- Te equivocas, pato laqueado. Sé perfectamente lo que estoy diciendo. Puede que no sea la persona más agradable del mundo, pero me casé con la mejor mujer que ha pisado la faz de la tierra. Y me esforcé, es lo mejor que me ha pasado con diferencia. Pero tú vas y dejas que Bruce Lee, Fu Man Chu y Jackie Chan se larguen con como se llame. Le gustas, cosa que no entiendo, la verdad.
- ¿A quién?
- ¡A Yogurt! La chica que llevaba una camiseta morada. No ha dejado de mirarte, estúpido.
- ¿Se refiere a Youa?
- Sí, a Yogurt, es simpática, una chica encantadora, he hablado con ella. Si, y tu dejas que se largue con los tres tontos muy tontos. Y ¿sabes por qué? Por qué no eres más que un marica.”


“- Hola, me llamo Walt
- Hola Walt, yo soy Youa.
- Yogurt, un placer.
- No... Youa.
- Ah, Youa.. vale, vale.
- Bueno, ¿a qué se dedica?
- Arreglo cosas y poco más.
- ¿Como qué?
- Bueno, acabo de arreglar esa secadora de ahí, le arreglé el fregadero a la amiga de mi mujer y llevé a la tia Mary al médico a por unas recetas...y arreglado. Y hasta arreglé una puerta antes de que se rompiera.
- Jaja, es gracioso.
- Me han llamado de todo, pero gracioso nunca.
- Bueno, me voy, que se divierta.
- Vale, Yogurt, un placer.”

Julio Cortázar.- Discurso del oso




Soy el oso de los caños de la casa, subo por los caños en las horas de silencio, los tubos de agua caliente, de la calefacción, del aire fresco, voy por los tubos de departamento en departamento y soy el oso que va por los caños.

Creo que me estiman porque mi pelo mantiene limpios los conductos, incesantemente corro por los tubos y nada me gusta más que pasar de piso en piso resbalando por los caños. A veces saco una pata por la canilla y la muchacha del tercero grita que se ha quemado, o gruño a la altura del horno del segundo y la cocinera Guillermina se queja de que el aire tira mal. De noche ando callado, y es cuando más ligero ando, me asomo al techo por la chimenea para ver si la luna baila arriba, y me dejo resbalar como el viento hasta las calderas del sótano. Y en verano nado de noche en la cisterna picoteada de estrellas, me lavo la cara primero con una mano, después con la otra, después con las dos juntas, y eso me produce una grandísima alegría.

Entonces resbalo por todos los caños de la casa, gruñendo contento, y los matrimonios se agitan en sus camas y deploran la instalación de las tuberías. Algunos encienden la luz y escriben un papelito para acordarse de protestar cuando vean al portero. Yo busco la canilla que siempre queda abierta en algún piso; por allí saco la nariz y miro la oscuridad de las habitaciones donde viven esos seres que no pueden andar por los caños, y les tengo algo de lástima al verlos tan torpes y grandes, al oír como roncan y sueñan en voz alta, y están tan solos. Cuando de mañana se lavan la cara, les acaricio las mejillas, les lamo la nariz y me voy, vagamente seguro de haber hecho bien.




Julio Cortázar (De Historias de Cronopios y Famas)