viernes, 20 de septiembre de 2013

Michel Houellebecq: Amor y Odio

 


Novelista, ensayista y poeta, se licenció como ingeniero agrónomo y trabajó como informático lo que ha ejercido una fuerte influencia en sus novelas, hasta la fecha: Ampliación del campo de batalla (1994), Las partículas elementales (1998), Lanzarote (2000), Plataforma (2001), La posibilidad de una isla (2005) y El mapa y el territorio (2010).

Acusado de misógino, racista e islamófobo (por sus críticas al Corán) su obra polariza a detractores y admiradores.

Fragmento de “Plataforma”
Un día, a los doce años, subí a lo alto de un pilón eléctrico, en las montañas. Mientras subía, no miré abajo ni una sola vez. Al llegar arriba, a la plataforma, bajar me parecía complicado y peligroso. Las cadenas montañosas se extendían hasta donde llegaba la vista, coronadas de nieves eternas. Habría sido mucho más sencillo quedarse allí, o saltar. Me retuvo, in extremis, la idea de estrellarme; pero si no, creo que habría disfrutado eternamente del vuelo.

Fragmento de “Las partículas elementales”
En el fondo, se preguntaba Michel observando los movimientos del sol sobre las cortinas, ¿para qué servían los hombres? Puede que en épocas anteriores, cuando había muchos osos, la virilidad desempeñara un papel específico e insustituible; pero hacía siglos que los hombres, evidentemente, ya no servían para casi nada. A veces mataban el aburrimiento jugando partidos de tenis, cosa que era un mal menor; pero a veces les parecía útil hacer avanzar la historia, es decir, provocar revoluciones y guerras, esencialmente.

Fragmento de “El mapa y el territorio”
—¿Qué es lo que define a un hombre? ¿Cuál es la primera pregunta que se le hace a un hombre cuando quieres informarte de su estado? En algunas sociedades le preguntan primero si está casado, si tiene hijos; en las nuestras se le pregunta en primer lugar su profesión.

La fotografía es de Alexis Duclos.
 
Entrada de nuestro amigo J.M. Pérez Padilla

El temible burlón - 1952 - Robert Siodmak - UK



Resulta que desde el mismo momento en que terminamos de ver esta película en familia, mi hijo de nueve años corre los pasillos diciendo que es el Capitan Vallo y al menor, el de seis, no le quedó otro remedio que acompañarle en el papel de “Ojo”. Burt Lancaster y su compañero de tiempos circenses, Nick Cravat, con su infinito dinamismo, con su descaro ante la cámara, con sus ademanes de “aquí estoy yo” inundan la pantalla de frescura y aventura y terminan por hacer olvidar a dos niños de nuestro tiempo a su idolatrado “Jack Sparrow “ y otras especias de la mercadotécnia actual. Ellos son la película, su esencia y su razón de ser y de perdurar como título mítico dentro del cine de aventuras. El resto de la película no deja de ser un mero trasunto para su lucimiento, una historia más de piratas, con su chica bonita, con su entuerto que deshacer, sus pantalones bermudas muy rajados en las perneras, pero siempre impolutos y bien planchados, con sus malos muy torpes y con sus cruces de espadas. La película está inundada de cosas que chirrían y que se nos aparecen como de cartón piedra, falsas y artificiales en grado superior a lo deseable, pero todo está disculpado con creces con la prestancia y socarronería de esta pareja de piratas, que te hacen recordar cuando correteabas como ahora hacen mis hijos, gritando espada de madera en mano “Asegurad la cangreja, todos a sus puestos, al abordaje!!!!” La veré cien veces más.


 
TÍTULO ORIGINAL: The Crimson Pirate
AÑO: 1952 DURACIÓN: 104 min. PAÍS: UK
DIRECTOR: Robert Siodmak
REPARTO: Burt Lancaster, Eva Bartok, Nick Cravat, Torin Thatcher, James Hayter, Noel Purcell, Margot Grahame
PRODUCTORA: Warner Bros.
GUIÓN: Roland Kibbee
MÚSICA: William Alwyn
FOTOGRAFÍA: Otto Heller