miércoles, 2 de octubre de 2013

Dalí y el cartel de "El silencio de los corderos"

 
 

"El silencio de los corderos" (1991) es sin duda una de las grandes películas que hemos podido disfrutar en las últimas décadas, y fue precisamente este trabajo de Jonathan Demme el que logró romper el tabú latente alrededor de las películas de terror en los Oscar, ya que nunca antes había sido premiada ninguna con el Oscar a la mejor película. La Academia se rindió completamente a este estupendo trabajo y no solo se llevo el Oscar a la mejor película sino que además logró uno de los más difíciles plenos que se pueden dar en tal cita, el de llevarse los cinco principales premios: Mejor Actor (Anthony Hopkins), Mejor Actriz (Jodie Foster), Mejor Película, Mejor Director y Mejor Guión, algo que solo han logrado otros dos films en la historia de estos premios: "Sucedió una noche" (1934 -Frank Capra) y "Alguien voló sobre el nido del cuco" (1975 - Milos Forman)

Todos hemos disfrutado infinidad de veces con los sensacionales diálogos de la película, hemos imitado los gestos de Hannibal Lecter y más de uno ha discutido alguna que otra vez si ciertamente existen polillas como la que aparece en el cartel sobre el rostro de Clarice Starling (Jodie Foster), y a eso vamos… La polilla en cuestión es conocida como "esfinge de la muerte", aunque su verdadero nombre, el científico, es "Acherontia atropos", que por supuesto hace referencia al dibujillo de su espalda, ya que "Atropos" era el nombre de una de las tres Moiras de la mitología griega, la cual, según ésta, terminaba con la vida de cada mortal cortando con sus tijeras la "hebra" que los ataba a la vida.

Pero en la polilla verdadera solo hay un eco, más o menos cercano, a una calavera, el resto lo hace nuestra imaginación, así que en el cartel vemos un montaje fotográfico y la calavera que se ve en la polilla pertenece a una obra de Dalí llamada "In voluptas mors" que data de 1951. En ella la poderosa imaginación de Dalí utiliza los cuerpos de siete mujeres desnudas para crear la ficción de una calavera. No sería este ni el primero ni el último de los juegos visuales de este genial creador. De la efímera escultura dejó constancia el gran fotógrafo Philippe Halsman.