viernes, 10 de octubre de 2014

Fragmentos literarios de Patrick Modiano, Premio Nóbel de Literatura 2014

Patrick Modiano - 1945 - Francia - Premio Nóbel de Literatura 2014




Fragmento de "Un pedigrí" - 2004

"Por desgracia, nos controlan las lecturas. En 1962, me expulsarán unos días por haber leído El trigo en ciernes. Gracias a mi profesor de francés, el padre Accambray, obtendré un permiso "especial" para leer Madame Bovary, que tienen prohibido los demás alumnos. He conservado ese ejemplar del libro, en el que pone: "Visto bueno. Clase de quinto", con la firma del canónigo Janin, el director del colegio. El padre Accambray me aconsejó una novela de Mauriac, Los caminos del mar, que me gustó mucho, sobre todo el final, tanto que todavía hoy recuerdo la última frase: "... como en las madrigueras negras de antaño"



Fragmentos de "El horizonte" - 2010

"Dios mío, qué irrisorias parecen con el paso del tiempo las cosas que nos hicieron sufrir antaño, y cómo se vuelven también irrisorias esas personas que el azar o la mala suerte nos impusieron durante la infancia o la adolescencia, y en el registro civil."

"A veces sucede que perdemos, al cabo de unos días, algo a lo que tenemos mucho apego: un trébol de cuatro hojas, una carta de amor, un oso de trapo, mientras que hay otras cosas que se empeñan en seguirnos durante años sin pedirnos opinión. Cuando creemos que nos hemos librado de ellos del todo, vuelven a aparecer en el fondo de un cajón."

"Alguien le había cuchicheado una frase mientras dormía: lejano Auteuil, barrio encantador de mis grandes tristezas; y la anotó en la libreta, sabedor de que algunas palabras que oímos en sueños y que nos llaman la atención y nos prometemos no olvidar, no las recordamos al despertar, o no tienen ya ningún sentido."

Fragmentos de "Calle de las Tiendas Oscuras" 1978

"Creo que en los portales de los edificios se oyen aún los pasos de quienes tenían costumbre de cruzarlos y, luego, desaparecieron. Algo sigue vibrando después de que pasaran ellos, ondas cada vez más débiles, pero que captamos si estamos atentos."

"Al fin y al cabo, si nos fuera concedida la posibilidad de recordar todo aquello que hemos olvidado, ¿es tan seguro que aceptar fuera la opción más conveniente? Los buenos momentos olvidados que podríamos revivir, ¿compensarían aquellos olvidos que por nada del mundo quisiéramos recordar? ¿Estaríamos tan seguros de la integridad del ovillo como para tirar despreocupadamente del hilo?"

” Un expediente andaba rodando por encima de una mesa. A lo mejor era el del hombrecillo moreno de mirada espantada y rostro abotagado que nos había encargado que siguiéramos a su mujer, quien, por las tardes, iba a reunirse con otro hombrecillo moreno de rostro abotagado en una pensión de la calle de Vital, cerca de la avenida de Paul Doumer. Hutte se acariciaba pensativamente la barba, una barba canosa, corta, pero que se le comía las mejillas. Los ojos saltones y claros miraban al vacío. A la izquierda del escritorio, la silla de mimbre en que me sentaba yo durante las horas de trabajo. Detrás de Hutte unas baldas de madera oscura cubrían la mitad de la pared; había en ellas guías telefónicas y anuarios de todo tipo y de los últimos cincuenta años. Hutte me había dicho con frecuencia que eran herramientas de trabajo insustituibles de las que no pensaba desprenderse nunca. Y que esas guías y esos anuarios formaban la más preciada y la más emotiva biblioteca con que pudiera contar nadie, pues sus páginas recogían multitud de seres y multitud de cosas y de mundos desaparecidos, de los que ya sólo esos tomos daban testimonio. ”


Fragmento de "Dora Bruder" - 1997

" De ayer a hoy. Con el paso de los años las perspectivas se vuelven borrosas, los inviernos se mezclan unos con otros. El de 1965 y el de 1942. En 1965 no sabía nada de Dora Bruder. Pero hoy, treinta años después, mis largas esperas en los cafés del cruce Ornano, mis itinerarios, siempre los mismos —recorría la calle Mont-Cenis hasta alcanzar los hoteles de Butte-Montmartre: el hotel Roma, el Alsina o el Terrass, en la calle Caulaincourt—, y todas las impresiones fugaces que conservo: una noche de primavera en que se oía hablar en voz alta bajo los árboles del parque Clignancourt, y de nuevo el invierno, a medida que bajaba hacia Simplon y el bulevar Ornano, nada de eso me parecía debido simplemente al azar. Quizá, sin tener todavía una conciencia clara, andaba tras la pista de Dora Bruder y de sus padres. Estaban ya allí, en filigrana. "