miércoles, 2 de septiembre de 2015

Ingrid Bergman, Robert Capa y "La ventana indiscreta"




Mucho antes de que Ingrid Bergman escribiera aquella juguetona carta a Roberto Rosellini ofreciéndose a "trabajar" con él y que más abajo enlazamos, recibió ella misma otra carta no menos deliciosa que dio lugar a uno de los romances más interesantes de Hollywood, el que mantuvo la actriz con el afamado fotógrafo Robert Capa.

Hemos de situarnos en Europa, en 1945, recién terminada la Segunda Guerra Mundial, momento en el cual Ingrid Bergman va a realizar un recorrido por el continente. Ella se encontraba felicísima de su retorno, aunque no faltó quien la criticara, como fue el caso de Marlene Dietrich, que después de haber entretenido a las tropas aliadas intensamente y haciendo gala del chasqueante látigo de su apellido le espeto: "¡Ah, Ahora vienes.... cuando ya ha terminado la guerra!".

No fue suficiente la andanada de la Dietrich para borrar la luminosa sonrisa de la Bergman, que entró en el Hotel Ritz de Paris radiante, cruzando su vestíbulo como si fuera una verdadera reina. No sabía la actriz que allí estaban observando su espectacular entrada el fotógrafo Robert Capa y su amigo el escritor Irwin Shaw. Ambos personajes, rendidos a la belleza de esta sublime mujer, decidieron que habían de hacer todo lo posible por conocerla y echando mano de su ingenio escribieron una nota sobre papel rosa con membrete del propio hotel, en la que entre risas, y de forma improvisada y juguetona le cursaban una invitación para cenar aquella noche, que además de robarle una sonrisa, fuera imposible de rechazar. Sobre este momento escribiría Bergman en su autobiografía:

"La misma tarde que llegué, vi que me habían pasado una nota por debajo de la puerta de mi habitación. Me pareció divertida."

La nota en cuestión rezaba así:

Asunto: Cena. 6 - 6.45. París, Francia.
Para: Ingrid Bergman.

Contenido:
1.- Se trata de un esfuerzo colectivo. El colectivo está formado por Bob Capa e Irwin Shaw.
2. Habíamos pensado enviarle un ramo de flores con esta nota invitándola a cenar esta noche, pero tras las pertinentes consultas, nos hemos dado cuenta de que, o pagábamos las flores, o pagábamos la cena, pero no podíamos pagar las dos cosas. Tras someterlo a votación ha ganado la cena por un estrecho margen.
3. Se ha sugerido que, en caso de que la cena le trajera sin cuidado, podríamos enviarle las flores. Por el momento no se ha tomado una decisión al respecto.
4. Flores aparte, tenemos un montón de dudosas cualidades.
5. Si seguimos escribiendo, no tendremos nada de qué hablar ya que nuestra provisión de encanto es limitada.
6. La llamaremos a las 6.15.
7. Nosotros no dormimos.

Firmado:
Expectantes

Evidentemente, los dos "romeos" llamaron a la hora convenida y ella aceptó la invitación. No hay duda que hacer reir elegantemente a una mujer es un recurso inapelable. Cuando se presentó ante ellos lo hizo con un esplendoroso traje de alta costura con una flor roja en el pelo, y haciendo gala de un tono jugueton y lleno de picardía, acorde con la nota recibida se dirigió a ellos y les dijo:

"Habéis dicho que me vais a llevar a cenar. Espero que tengáis suficiente dinero porque me muero de hambre"

La noche transcurrió entre los manteles de los famosos  "Fouquet's" y "Maxím's" y algún pequeño club nocturno de Montmartre en los que vaciaron sus bolsillos. Corría el champan, mientras Capa y Shaw desplegaban todo su ingenio y la Bergman demostraba que era un ser mucho más vital y efervescente que la virginal imagen que de ella habían fabricado en Hollywood. Ingrid bebía al mismo ritmo que ellos, contaba historias picantes e incluso resultaba inquietantemente accesible mientras bailaban. Era evidente que se lo estaba pasando bien y había buena química. El encuentro solo duró una noche, la actriz debía partir hacía su próximo destino en su gira, pero fue suficiente para sembrar la semilla de una profunda pasión en Ingrid, que poco después diría a su mánager: "Capa es genial y está loco, y tiene una mente maravillosa".

Ingrid Bergman estaba casada por entonces con el dentista Petter Lindstrom, un hombre que siempre la valoró poco y que ante cualquier éxito de su esposa, que ya había ganado un Oscar por "Luz que agoniza", a lo máximo que llegaban sus alabanzas era a un lacónico "no está mal", No es de extrañar que a estas alturas estuviera un tanto hastiada de su marido, y también del mundillo de Hollywood que pretendía encasillarla en papales un tanto insulsos y carentes de interés para una actriz de su valía.  Al respecto de esta tendencia de los estudios a clonar todas sus estrellas según un mismo patrón, comentaba Ingrid:

"Creé mi propia imagen porque me negué a cambiar de nombre o de peinado. Cuando llegué querían transformarme totalmente, esa era la costumbre. Asimilaron estrellas de toda Europa para hacerlas más hermosas a ojos de Estados Unidos y se volvieron igual a las actrices norteamericanas que ya existían"

"Rossellini fue quien me creó verdaderamente. Con "Stromboli" me libré de las malas películas americanas"

Tras varios encuentros con Capa, la pasión iba creciendo y este, que seguía con sus reportajes, prometió seguirla a Hollywood aunque este encuentro se demoraba más de lo deseado por la actriz. Durante el rodaje de "Encadenados", Ingrid, visiblemente enamorada, le confesó a Hitchcock sus miedos e impaciencia respecto a que Capa no fuera a Hollywood. Hitchcock se limitó a responderle con una cita de la película "Recuerda", la última en la que ambos habían trabajado juntos: "Es muy triste amar y perder a alguien. Pero con el tiempo olvidarás y reemprenderás tu vida donde la dejaste y trabajarás duro. Da mucha felicidad trabajar duro... tal vez lo que más". Con el tiempo Hitchcock se basaría en el amor de Ingrid Bergman y Robert Capa para crear la sensacional película "La ventana indiscreta", donde los protagonistas son un fotógrafo (James Stewart) y una glamourosa e independiente mujer (Grace Kelly).

El caso, es que Capa si que fue a Hollywood, donde incluso llegó a hacer algún pequeño papel, y por supuesto trabajó como fotógrafo en alguna película. Pero el ambiente le resultaba insoportable. En realidad Capa, que siempre se mostraba jovial y arrebatador, se encontraba destrozado tras la muerte de su pareja, Gerda Taro, un amor que nunca pudo olvidar. Solo quería beberse la vida a grandes tragos, nunca mejor dicho, dada su excesiva dedicación a la bebida y al juego, sobre todo al poker, una afición esta que le procuraba grandes pérdidas. A pesar de su aparente dinamismo y alegría de vivir, Capa manifestaba incipientes síntomas de estrés postraumático tras años de ejercer como reportero de guerra, y a su agitación, irritabilidad  y excesos se sumaba una encubierta depresión y la culpabilidad del superviviente. Su amigo Irwin Shaw decía sobre el estado de su amigo:

"Seguir mostrándose jovial significa estar siempre dispuesto a ir al siguiente bar o a la próxima guerra, por tarde que sea o poco atractiva que parezca la guerra. Significa quedarse siempre hasta el final de cada apuesta y cada mano de poker, gastarse el sueldo de seis meses para pagar la siguiente ronda de copas, prestar dinero irreflexivamente y pedirlo prestado ceremoniosamente y tener trato solo con mujeres guapas, a poder ser de las que aparecen en los periódicos"

Capa se sentía incapaz de consolidar la relación con Ingrid Bergman, su estilo de vida, siempre cerca del peligro la hacían a sus ojos una historia imposible, así, tras un tiempo de tórrido romance, este fue diluyéndose. Como diría la famosa reportera Martha Gelhorn sobre Capa: "Siempre tuvo dinero para viajar, nunca para establecerse".  En cualquier caso Capa supo inocular a Ingrid un mayor respeto por su carrera y su valor como actriz, más allá de los tejemanejes de Hollywood, y le hizo volver la cabeza hacía Europa y el cine que allí se estaba haciendo. Quién sabe si fue él quien indirectamente la puso en los brazos de Rosellini, relación sobre la que contábamos su mítico inicio en la entrada: "Una carta para Rossellini" 

Sobre el fin de su relación con Robert Capa, la propia Ingrid escribía: 

"Soy consciente de la influencia húngara (Gerda Taro). Siempre le estaré agradecida por ella (...) Tengo la sensación de que ha cambiado muchas cosas en mí (...) Pero (él) sabe que estamos cerrando el capítulo. Es terrible cuando tampoco funciona lo demás a su alrededor. Pero no puedes escoger el momento. Estamos bebiendo nuestras últimas botellas de champán. Estoy arrancándome una parte muy querida de mi vida, pero los dos estamos aprendiendo y lo estamos haciendo con una operación limpia, para que los dos pacientes vivan felices después"

Robert Capa murió a los pocos años, en 1954, lejos de los lujos de Hollywood, como no, en una guerra a la que acudió como reportero, este vez en Vietnam. Tuvo la mala suerte de pisar una mina que le  voló una pierna y le produjo una grave herida en el pecho. Murió en una ambulancia camino del hospital, fie a su máxima, martillo y yunque de futuros reporteros de guerra:

"Si tus fotos no son lo suficientemente buenas, es que no te has acercado lo suficiente"

Supongo que Ingrid Bergman pensaría lo mismo de sus besos, y ya que no los tenemos de ella con Capa, dejaremos una foto de los personajes que inspiraron en "La ventana indiscreta":



Y un vídeo sobre su romance: