martes, 26 de julio de 2016

Lucia Berlin y su "Manual para mujeres de la limpieza"




"¿Qué más me he perdido? ¿Cuántas veces en  mi vida he estado, digámoslo así, en el porche de atrás y no en el de delante? ¿Qué me habrían dicho que no alcancé a escuchar? ¿Qué amor pudo haberse dado que no sentí?
        Son preguntas inútiles. La única razón por la que he vivido tanto tiempo es porque fui soltando lastre del pasado. Cierro la puerta a la pena al pesar al remordimiento. Si permito que entren, aunque sea por una rendija de autocompasión, zas, la puerta se abrirá de golpe y una tempestad de dolor me desgarrará el corazón y cegará mis ojos de vergüenza rompiendo tazas y botellas derribando frascos rompiendo las ventanas tropezando sangrienta sobre azúcar derramado y vidrios rotos aterrorizada entre arcadas hasta que con un estremecimiento y sollozo final consiga volver a cerrar la pesada puerta. Y recoja los pedazos una vez más.
         Tal vez no sea tan arriesgado dejar que el pasado entre, siempre que sea bajo la premisa "Y sí?". ¿Y si hubiera hablado con Paul antes de que se marchara? ¿Y si hubiera hubiera pedido ayuda? ¿Y si me hubiera casado con H? Sentada aquí, mirando por la ventana el árbol donde ahora no hay hojas ni cuervos, las respuestas a cada una de esas preguntas resultan extrañamente tranquilizadoras. Son especulaciones imposibles. Todo lo bueno o malo que ha ocurrido en mi vida ha sido predecible e inevitable, en especial las decisiones y los actos que han garantizado que ahora esté completamente sola".



El fragmento pertenece al cuento "Volver al hogar", uno de los relatos incluidos en la sensacional recopilación de historias cortas "Manual para mujeres de la limpieza" (Alfaguara - 2016) de la escritora norteamericana Lucia Berlin (1936-2004) a la que podemos ver, preciosa, en la foto que encabeza la entrada. Lucia era una maravillosa narradora, a la que se compara sin titubeos con gigantes como Hemingway o Carver y que inexplicablmente se mantuvo oculta al gran publico hasta después de su muerte en 2004, momento en el que irrumpe con una fuerza inusitada en el mundo editorial. De hecho este libro es la primera aparición de su obra en nuestro país. Sus relatos, de un marcado tono autobiográfico pero llenos de magia, reflejan el devenir de una mujer que es capaz de trascender el tiempo que le toco vivir, logrando que sus relatos resulten intemporales. Su periplo vital fue sumamente singular, nacida en una familia acomodada, tuvo que trabajar de todo lo imaginable, desde limpiadora a profesora, pasando por enfermera o telefonista. Vivió su vida a grandes tragos, como los que daba a la botella, una afición que se convirtió en adicción y la llevó a vivir en los sórdidos margenes de lo que todos consideramos correcto hasta que tuvo la suficiente fuerza de voluntad para superar su alcoholismo, una época en la que al menos supo mantener la suficiente lucidez para plasmar sus experiencias vitales en cada una de esas profesiones por las que desfiló, realizando un certero fresco del mundo que nos rodea y las personas que lo habitan, con crudeza a veces pero nunca con rencor, con humor en abundancia y con acierto siempre. Lucia Berlin no era una escritora prolífica, no hizo de la literatura el centro de su universo, pero logró acumular un buen numero de relatos maravillosos, de los cuales este "Manual de mujeres de la limpieza" constituye una sensacional recopilación. Un libro delicioso que supondrá un descubrimiento para todo aquel que lo lea, un tema del que hablar, una recomendación inteligente a cualquiera que desee leer algo que realmente merezca la pena este verano. 


Así comienza su relato "Inmanejable":

"En la profunda noche oscura del alma las licorerías y los bares están cerrados. La mujer  palpó debajo del colchón; la botella de medio litro de vodka estaba vacía. Salió de la cama, se puso de pie. Temblaba tanto que tuvo que sentarse en el suelo. Respiraba agitadamente. Si no conseguía pronto algo para beber, le darían convulsiones o delirium tremens. El truco está en aquietar la respiración y el pulso. Mantener la calma en la medida de lo posible hasta que consigas una botella"