domingo, 25 de marzo de 2018

Enrico Caruso: La persona detrás del mito



Caruso debía ser todo corazón. Se cuenta de un grupo de italianos, que dispuestos para ir al frente en la Primera Guerra Mundial, se encontraron con el tenor y le dijeron que eran pobres y nunca habían podido permitirse ir al teatro para oírle cantar y que no querían marchar a la guerra sin haber tenido el honor de escuchar la voz de su famoso compatriota, a tal efecto habían reunido entre todos 200 dólares y le pedían por favor que aun siendo conscientes de que era poco dinero les cantase una sola canción. Caruso profundamente emocionado, rechazo los doscientos dólares de los soldados y estuvo toda la noche cantando para ellos en privado, lo mejor de su repertorio.

El tenor solía decir: “Bisogna sofrire per ensere grande” o lo que es lo mismo "Para alcanzar la grandeza es necesario sufrir" y no cabe duda de que Caruso supo que era aquello de pasar privaciones y entendía perfectamente a aquellos soldados y las limitaciones que la pobreza impone.

Enrico Caruso nació 1873 en el seno de una familia napolitana muy humilde, llegando a tener 21 hermanos de los que sólo sobrevivieron tres. Su infancia estuvo llena de privaciones y ni siquiera pudo completar su formación, teniendo que ponerse a trabajar muy pronto ayudando a su padre, un humilde mecánico, que no compartía las ambiciones de Enrico de convertirse en cantante. Si que abogó por él su madre que lo animaba a luchar por su sueño. Y ya se sabe, si lo dice la mujer...... Sus inicios como cantante fueron muy humildes y a pesar de la pobreza se esforzaba por llevar una apariencia impecable, así se cuenta que llegó a teñir su único traje negro una vez que éste ya casi había perdido el color de tanto uso, que utilizaba pecheras de papel para cubrir el mal estado de sus camisas y que cantaba en las bodas y funerales que pudieran surgir para poder reemplazar sus zapatos cuando se le estropeaban.Su primer solo fue en la napolitana Iglesia de San Severino.

Con el tiempo Caruso se convertiría en lo que todos sabemos, un prodigio, una voz inimitable que ha quedado como un mito en el imaginario de todos. Desarrolló prácticamente toda su carrera en los Estados Unidos y superando su pobreza con esfuerzo se convirtió en un tenor capaz de cobrar hasta 15.000 dólares por una representación (de los de aquella época). La llegada de los discos le supuso una gran fuente de ingresos, incluso se puede decir que fue el primer vocalista de la historia que grabó canciones (que ahora ya no se escuchan con toda su frescura). Hasta se creó expresamente la canción "Mattinata" de Leoncavallo, para que fuera grabada por él, motivación que nunca antes había estado presente a la hora de crear una pieza. Su disco de "I Pagliacci" fue el primero que logró un millón de discos vendidos. Con todo ello se cuenta que Caruso llegó a amasar una fortuna de de casi 10 millones de dólares. Y ahí es donde viene su grandeza y a donde yo quería llegar con tantas finanzas. El dinero no le hizo olvidar sus orígenes y con su dinero contribuía a mantener a más de doscientas familias pobres. Sin duda, Caruso era una buena persona y cuanto más leo de él mejor me cae. Iba a comer a fondas para evitar los aplausos y agasajos de los grandes restaurantes… Y claro, como frecuentemente ocurre con las buenas personas, murió joven, a los 48 años a causa de las complicaciones de una pleuresía.

Se cuenta que siendo ya famosísimo, en una época en la que sus representaciones en Nueva York se contaban por éxitos (llegó a dar 863 representaciones en el Metropolitan) y mucha gente quedaba en la calle sin poder acceder, se presentó en un banco al objeto de cobrar un cheque por una importante suma. El caso es que el empleado del banco le pidió que se identificara con algún documento. Caruso que no llevaba ninguna documentación encima, alegó ser una persona conocida, que era Enrico Caruso, que todos sabían quién era. El empleado muy metido en su papel, le dijo que no podía hacer nada, que necesitaba algún documento que diera certeza de su identidad. A Caruso no se le ocurrió otra cosa que ponerse a cantar el "O sole mio". El revuelo que se armó en torno suyo, de aplausos, y reconocimientos fue monumental y así, el empleado del banco, satisfecho con su voz como documento de identidad, le abonó el cheque de marras.

En otra ocasión se cuenta que estaba Caruso con una cuadrilla de albañiles en su casa haciendo reparaciones y como era habitual el tenor no paraba de cantar arias ejercitando su voz. La cosa es que llegó un momento en el que se le acercó el encargado de los trabajadores y le preguntó a Caruso que si deseaba que terminasen pronto, a lo que el tenor contesto evidentemente que si. Entonces el encargado le pidió por favor que en tal caso dejase de cantar. Caruso soprendido preguntó que cual era la razón por la que debía dejar de cantar en su propia casa. El encargado le contestó que porque cada vez que comenzaba un aria, los obreros paraban su faena para escucharlo embobados y no la reanudaban mientras estuviera cantando, y así no terminarían nunca. Caruso comentaba que esta sencilla anécdota le supo mejor que muchos aplausos en grandes teatros.

Abajo, os dejo su voz en una de aquellas primitivas grabaciones (1906), y aun así, suena de lujo. "Che gelida manina":


Este artículo lo publicamos hace tiempo en una colaboración para el blog "Pa lo que hemos quedao" que tanto nos ayudó en nuestros inicios. Un saludo para Oscar Fabrega desde aquí.

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